sábado, 28 de febrero de 2015

EN TIERRA FIRME




He atracado en un puerto del Sur. Tras acabar los menesteres de a bordo, tras la travesia, me dispongo a tomar contacto con las calles de la ciudad. Es de obligado cumplimiento, tratar de conocer desde cerca, lo que en algun momento dando un repaso a la geografia, hemos imaginado, nos han contado o hemos leido.
Y ahora tengo la ocasión de hacerlo y comprobarlo por mi mismo.
Desembarco, y sin rumbo fijo, me dispongo a pasear y observar todo lo que va apareciendo a mi alrededor. Soy un extraño en este entorno, y para mi también es nuevo, todo lo que me rodea. Todos los puertos, desde la mar, parecen iguales. Pero nada más lejos de la realidad. En el momento que desembarcas, aprecias las diferencias. Las  personas, sus habitantes, su olor, son los que hacen posibles los cambios, y no el paisaje urbano. Ellos son los culpables, de que no haya un puerto, igual a otro.
Al rato de empezar mi aventura, me adentro en una calle estrecha, coqueta, donde destacan sus balcones, engalanados sencillamente por maceteros de los que penden, en su mayoria, geranios y rosas rojas, que le dan un acogedor recibimiento a los visitantes.
El olor. del que os hablaba antes, aqui ha aparecido de repente, en forma de café. Hay cantidad de establecimientos, que están en la hora punta del desayuno, y que te invitan a no pasar de largo.
Al azar, entro en uno de ellos. Me dirijo a la barra y busco un hueco. Me acomodo, y tras no pocas veces alzar la mano, consigo la atención  de uno de los que se movian detras del mostrador. Me atiende amablemente. En el periodo de espera, me acerco donde estaba apilada la prensa, y busco un periodico del dia. Lo encuentro. Al instante, una voz en mi subconsciente, me dice: no lo abras, no
te arruines el día con noticias, que seguro,  no te van a agradar.Le hago caso. Apuro el café. Sigo con mi singladura.
En mi ir y venir, desemboco en una gran avenida, con edificios relevantes, de majestuosa arquitectura, y por los nombres que colgaban encima de sus puertas algunos de ellos, se trataba de uno de los puntos comerciales y financieros del lugar.
Habia gran afluencia de publico en esta avenida, en un trasiego de idas y venidas. Turistas con sus camaras en ristre, dispuestos a llevarse todos los monumentos que iban apareciendo a su paso.
De repente, miro hacia atras, y a lo lejos, veo una muchedumbre, que ocupaba todo el ancho de la amplia avenida. Quede por unos instantes perplejo, ante la confusión. No sabia que estaba ocurrien-do. Me quedé parado, impaciente por saber que estaba llamando mi atención en aquel momento.
Transcurridos unos minutos, se empezaba a distinguir la riada humana. Se veian grandes banderas, en su mayoria verdes y blancas. En la cabecera de la comitiva, una que abarcaba todo el ancho de la avenida, y en la que podia leerse: POR LA DIGNIDAD DE LOS ANDALUCES, TRABAJO YA.
y tras esta,  otras muchas inscripciones de reivindicaciónes y de rechazo.
Lo que no queria leer en los periodicos, lo viví en directo, sin buscarlo. Es lo que menos me apetecia.
Me encaminé, en dirección contraria, y dando por finalizada mi incursión en tierra, me dirigí hacia el puerto, preguntandome, hasta cuando? las injusticias, las miserias, el desencanto, las mentiras, nos iban a estar acompañando.

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