sábado, 21 de febrero de 2015
DESDE EL BALCÓN
NORTE O SUR, QUE MÁS DA.
Desde el balcón, miro al Sur y observo la mar tranquila,el horizonte
limpio, la paz soleándose, algún que otro barco que comienza su
singladura, aprovechando el suave poniente.
Todo transmite tranquilidad, sosiego, y como no, el espíritu lo agradece.
Empieza a despuntar el día, y comienza el transito, como si hubiesen
abierto las puertas de par en par; la gente se saluda amablemente, se
van formando corros de tertulia, se observa el semblante radiante y feliz
en los transeúntes.
Si, es la imagén en un país real, la felicidad se respira en el ambiente, y
es fácil de adivinar el motivo de su presente. No les azotan las secuelas de
la miseria del paro, las colas de los comedores sociales, la corruptela de sus
dirigentes, ni tantos otros avatares que sufrimos en nuestro día a día, por es-
tos lares. Gozan de trabajo, lo suficiente para que la felicidad sea la fragancia
del aire que se respira.
Estoy atónito, sumido en la realidad de esta gente.
De repente, escucho que llaman a la puerta, una y otra vez, con trémula
insistencia ¿Quién es? Soy el Norte. Se acabó la tranquilidad, la paz,
el sosiego, y por supuesto mis deseos, se fueron con el brusco despertar
de mi sueño.
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