viernes, 27 de mayo de 2016

MI AMIGO, "EL CUBANO".


                         CARTA ABIERTA, A QUIEN HOY ME HA DADO POR LLAMAR:
                                                   MI AMIGO, "EL CUBANO"
    
                    Hace unos días, nos despediamos de nuevo. Otra vez me siento "huerfano", cuando
                    en mis esparodicas visitas, a la tierra que nos vió nacer, me dirigen mis pasos a nues-
                    tros sitios de costumbre, o sea, a los bares que frecuentamos, que son nuestros puntos
                    inevitables de encuentros. No hay llamadas, ni avisos de llegada. Sé perfectamente,
                    donde encontrarlo. Depende exclusivamente de lo que marquen en ese momento las
                    manecillas del reloj. Encuentro, abrazo, miradas complices, y poco más, entre el bulli-
                    cio de los parroquianos, que a esa hora, hace aumentar sobremanera los decibelios en
                    el local.Tras el grito de : "Manué, trae una mediana pá Faé", sin previo aviso, nos levan-
                    tamos al unisono, y nos dirigimos a la calle, donde nos espera una mesa de pie, con un
                    cenicero, que por su estado, ha debido ser testigo de largas conversaciones. Tras el
                    resoplo de aliento, en forma de queja, y en compañia de la cerveza, el tinto y los altra-
                    muces, comienza realmente nuestro encuentro, nuestra enesima conversación, que dis-
                    curre siempre por senderos simples, llanos, limpios, que terminan en lagrimas produci-
                    das por las risas, cuando sale a relucir, y siempre sale, alguna anecdota del pasado, a
                     la que nadíe como él, es capaz de sacarle mejor partido, con esa gracia implícita que
                     siempre te sorprende, y no por inaudita, todo lo contrario. Es su gran virtud, hacer
                     felices a quienes le rodean. No importa el grado de amistad. En ese ambito, como en
                     muchos otros, es esplendidamente generoso.
                     Y aunque, egoistamente, me duelen sus ausencias, en el fondo me alegro, a pesar de
                      las despedidas, porqué le veo feliz, entusiasmado en los preparativos de sus innume-
                      rables maletas. Una para él, el resto cargadas con dádivas, de lo más variopinto y
                      variado, para sus "mamasitas", que ya añoran su ausencia. Estoy escribiendo, y me
                      rio, recordando la forma, en la que me describe toda la parafernalia que rodea la
                      preparación del equipaje. Pero me quedo, sobre todo, con la satisfacción de que allá,
                      también es recibido con los brazos abiertos, y prueba inequivoca de ello, es que en
                      la terminal del aeropuerto, el día de su llegada, se pueden leer carteles con la inscrip-
                      ción de: "BIENVENIDO PEPE", "PEPE, TE QUEREMOS", y sin estar presente, 
                      puedo escuchar la expresión que sale de su boca en ese momento: "¡Hostia! ¡Ya le
                      ha dicho el cabrón de Enrique a esta gente, que llegaba hoy! Y entre risotadas, y
                      mano en alto, en forma de saludo, va asumiendo sin titubear, el cambio de horario.
                      Así, que en esta ocasión tampoco va a poder ser posible, que nos encontremos esas
                      "tres patas pá un banco", como nos definia Luisa (tu madre), cuando nos veia juntos.
                       En unos días, en que de nuevo nos vamos a reunir "viejos amigos",(parece que esto se
                       está convirtiendo, en buena costumbre), en esta ocasión, alrededor de una tarta de
                       cumpleaños, no te quepa la menor duda, de que a pesar de los miles de kilometros
                       que nos separan, estarás con nosotros. El tripode que formabamos, quienes tú sabes,
                       no estará cojo. Has sido, eres y seras, siempre, una de las patas que lo sustente.
                       Sin lugar a dudas, te echaremos de menos. Un fuerte abrazo, para el que hoy me ha
                       dado la gana de llamar: "mi amigo, "el cubano".