martes, 31 de marzo de 2015
FALSAS AMISTADES
Amistad, esa necesidad, que a veces, nos juega malas pasadas.
Ese afecto personal, desinteresado, puro, que tanto nos cuesta dar,
y a veces, muchas veces, recibir. Pero de repente, nace, sin darnos
cuenta, y después interviene el tiempo, para arraigar y fortalecer
los lazos, que la sustentan
Y aparece, como por arte de magia. No creo, que sea algo que se
busque intencionadamente, sino que surge, como un brote, que na-
díe ha plantado.Pero no por ello, va a crecer, sin regarlo. Hay que
cuidarlo, como algo preciado y aunque, no buscado, cuando apare-
ce, como todo lo imprevisto, se hace más deseado. Todos estamos
ávidos, en algún momento de encontrar brotes, como este, pues no
son dados, a salirte al paso, pero cuando repentinamente, te topas
con ellos, sientes una sensación inexplicable, de regocijo, de bienes-
tar. Es como reencontrarse con uno mismo. Pero en esta ocasión,
no es una cuestión unipersonal, intervienen más factores, al menos
dos.Y comienza una nueva etapa. Ya no estás sólo. Acabas de des-
cubrir, que fuera del entorno familiar, de tu entorno más allegado,
también hay personas, que puedes llegar a querer, a convivir con
ellas, a compartir tu tiempo, tus secretos, tus juegos. Hay muchos
compañeros, pero al final de la jornada, siempre acabas departien-
do, casualmente, o no, con el mismo del día anterior. Sin darte
cuenta empieza la amistad, hasta tal punto, que ya no esperas, le
buscas, y si te demoras, sucede lo contrario, te busca él a ti. Ha-
beis empezado a ser inseparables. Apenas trece años en el mundo,
y ya empieza a aflorar este sentimiento. Y te puedo asegurar, que
lo que vivas, lo que hagas, las experiencias, buenas y malas, por
supuesto, que empiezas a vivir ahora, serán imborrables y perdu-
raran por siempre.
Después vendrán las desavenencias, las discusiones, los desacuer-
dos. Lógico y perdonable, es el tributo que hay que pagar a la
convivencia. Pero si algo, no estoy dispuesto a perdonar, es el ol-
vido. Es algo que no me atrevo a imaginar, después de lo que he-
mos vivido, de lo que hemos reido, y a veces, sufrido. Maldita
forma de dejar de tener afecto a alguien, es el olvido.
No sabemos apreciar el valor de la amistad, hasta que no perde-
mos con quien la compartimos.
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